lunes, 5 de abril de 2010

Día 37º. JUEVES QUINTO (25 de Marzo): Dios establece una alianza con Abraham, y por la fe genera una familia de los hijos de Dios que se lleva a cumplimiento en Jesús, Dios y hermano nuestro

Sé fiel en lo poco. Plinio, un escritor romano de la antigüedad,
cuenta que unos sicarios asesinaron a un hombre que tenía un perro. El
perro, que se había quedado sin amo, permaneció junto al cadáver de su
amo muchos días, para impedir que las aves de rapiña o las fieras
carroñeras lo devorasen. Habla también de otro perro de un ciudadano
romano condenado a muerte, que no quiso alejarse de la cárcel donde
estaba preso su amo. Hasta después de¡ suplicio -añade- permaneció
junto al cadáver, manifestando su dolor con tristes ladridos. Y cuando
el cuerpo del amo fue arrojado al Tíber, se lanzó también al río,
donde le vieron emplear todas sus fuerzas para impedir que se hundiera
el cadáver.
Es el instinto de los animales. No podemos hablar de auténtico amor.
Pero da la impresión de que hasta las criaturas irracionales nos dan
lecciones, nos exhortan a dar gracias, a amar y ser fieles a los
demás.
¿Eres tú fiel en lo poco? ¿Hablas mal de alguien que no está presente?
¿Cuándo quedas en algo, lo cumples? ¿Dices siempre la verdad, aunque
sea en tonterías? ¿Engañas en el juego? Señor, que sea fiel en lo
poco, que sea fiel a los demás y a Ti (José Pedro Manglano).
Abrám fue de los primeros en hacer un pacto de fidelidad con Dios, y
Dios le dijo: "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una
multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu
nombre será Abraham, para indicar que Yo te he constituido padre de
una multitud de naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti
suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. Estableceré mi alianza
contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza
será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus
descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus
descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora
resides como extranjero, y yo seré su Dios". Después, Dios dijo a
Abraham: "Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus
descendientes, a lo largo de las generaciones".
Por eso es nuestro padre en la fe. De él dice hoy Jesús: «Abraham
exultó esperando ver mi día. Lo vio y se alegró... Antes que naciera
Abraham, "¡Yo soy!"». Es siempre ese "yo soy con vosotros", que esta
semana Jesús repite, para que sepamos que Él está conmigo, hay una
presencia divina en nuestra vida, por la Encarnación. Dirá Clemente de
Alejandría: "ésta es la única manera de mantenerse sin tropiezo: tener
presente que Dios está siempre a nuestro lado".
Abraham rostro en tierra habla con Dios (se le llama "El-Saday", que
puede significar "Dios omnipotente", "Dios de las montañas", "Dios de
la abundancia"). Nosotros también podemos hablar con Dios. En Singapur
una chica seguramente budista, que como todos los orientales tiene
mucho respeto a lo sagrado, fue a un santuario de la Virgen, y se
encontró un cura católico y le preguntó:
-"¿usted habla con Dios?"
-"Sí" –le contestó el sacerdote.
-"¿Y… hoy tiene que hablar con Él? ¿Le podría decir una cosa de mi parte?"
Se ve que tenía un problema y quería "un intermediario seguro". El
cura ya le explicó que ella también podía hablar con Dios. Volvemos a
Abraham: Y Dios le habla: -"Esta es mi alianza contigo: Serás padre de
una multitud de pueblos. Te haré fecundo sobremanera". No era fecundo,
y le es anunciada una fecundidad sobrehumana. Es su inmensa fecundidad
espiritual: él es el «padre de los creyentes»: es el primero en haber
creído... puso su fe en Dios... se lanzó a la mayor aventura
espiritual de todos los tiempos, renunciando a apoyarse en sus propias
luces y en sus propias fuerzas, para únicamente apoyarse en Dios; que
le dice –por primera vez en la Biblia-: "sé perfecto", llamada a la
santidad que Jesús extiende a todos (cf. Mt 4,48). Es el hermoso
riesgo de la Fe. La aventura de la Fe. Abandonar su país. Sus
seguridades humanas. Entregarlo todo. Esperarlo todo de otro.
Renunciar a sus aparentes certezas naturales, para confiarse a la
Palabra y a la Promesa de otro.
-"Estableceré mi alianza entre nosotros dos, una alianza perpetua..."
(Jesús dirá: «Si alguien guarda mi Palabra, no verá jamás la muerte»).
Una alianza eterna entre Dios y el hombre. El hombre que no quiere
morir, el hombre que se agarra excesivamente a la vida... es ridículo
y loco. Hay quien lo tiene todo atado, y una enfermedad… y se
descontrola todo, basta tener un accidente y todo se derrumba, si no
se ve la mano de Dios. Abram cree. Dios –por primera vez también-
cambia su nombre: se llamará "Abraham", le hace padre de un linaje. Si
no queremos morir, tenemos sólo un medio a nuestra disposición; se
trata de un famoso salto a lo desconocido: aceptar un contrato con
Dios, hacer «Alianza con Él», perpetuarnos –personalmente, en el
cielo, y crear un linaje-: «En verdad, yo os digo: si alguien guarda
mi Palabra, no verá jamás la muerte.» ¡Esa fue la apuesta de Abraham!
La Fe. Abraham hizo esa apuesta, fue el primero entre esa categoría de
hombres que juegan toda su vida a una carta: Dios. San Pablo dirá que
Abraham apostó sobre «aquel que es capaz de resucitar a los muertos»
(Rm 4, 18). Esperando contra toda esperanza, creyó, y pasó a ser padre
de una multitud: "Yo seré tu Dios... y tú, guardarás mi alianza..."
Dios, por su parte, es fiel. Pero nosotros, ¿somos fieles a la
alianza? ¿De veras hemos apostado todo a Dios? ¿Confiamos, realmente,
en su Palabra? Nuestra vida diaria, nuestros gustos y decisiones
cotidianas no ponen de manifiesto, a menudo, que sólo nos fiamos de
nosotros mismos? Señor, creo, pero haz que crezca mi Fe (Noel
Quesson). Dios le da como hijo a Isaac, que significa: "Dios, sonríe".
Y la sonrisa de Dios llena de alegría el corazón del viejo patriarca.
Jesús se declara el verdadero objeto de la promesa hecha a Abraham, la
verdadera causa de su alegría, el Isaac espiritual, el hijo de Dios.
"¡Recurrid al Señor y a su poder, buscad constantemente su rostro;
recordad las maravillas que Él obró, sus portentos y los juicios de su
boca!... Él se acuerda eternamente de su alianza", está siempre
pendiente de nosotros, siempre fiel a pesar de nuestras tonterías.
Siempre dispuesto a perdonar nuestras culpas, y nos conviene
corresponde y obedecer sus mandamientos y practicar sus leyes, mucho
más porque siempre está a nuestro lado como Padre y como poderoso
defensor. Busquémoslo sin descanso para vivir totalmente comprometidos
con Él y no sólo para recibir sus beneficios. El mismo Cristo nos
invita a buscar primero el Reino de Dios y su justicia, sabiendo que
todo lo demás llegará a nosotros por añadidura.
Jesús confiere la vida eterna, sólo a Dios compete eso, y le llaman
endemoniado. Sin fe, Jesús y los que lo siguen son vistos como
"fanáticos", piensan demasiado en Dios. Se dice que hay que ser
"normal", y se puede abusar del nombre de Dios y, con ello, manchar a
Dios mismo, blasfemar, enfangarlo, por eso en las Bendiciones al
Santísimo hacemos unas jaculatorias para bendecir el nombre del Señor
e intentar decirle cosas bonitas, adorarlo: "¿cómo trato yo el santo
nombre de Dios? ¿Me sitúo con respeto ante el misterio de la zarza que
arde, ante lo inexplicable de su cercanía y ante su presencia en la
Eucaristía, en la que se entrega totalmente en nuestras manos? ¿Me
preocupo de que la santa cohabitación de Dios con nosotros no lo
arrastre a la inmundicia, sino que nos eleve a su pureza y santidad?"
(Ratzinger).
Las palabras de Jesús hoy nos recuerdan: "En el principio ya existía
el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios" (Jn 1). Dirá
el Bautista: "vino después que yo, pero existía antes que yo" (Jn
1,30). "Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se
escondió y salió del templo". Jesús sale huyendo del templo. Y dice un
comentarista: la shekina de Yavhé, la gloria de Dios, la presencia de
Dios, se retiró para siempre del templo judío. Conducta lógica, cuando
falta la fe. Hostilidad. Ambiente de homicidio. No se trata solamente
de propósitos violentos: se busca camorra... llegarán a las manos...
se pelearán. "Pero Jesús se ocultó y salió del Templo". ¿Qué es lo que
habías dicho, Señor, para suscitar un odio tal? ¿Qué papel pinta el
demonio en la Historia? No sabemos, pero sí conocemos lo que "Jesús
decía a los judíos: "En verdad os digo: si alguno guardare mi palabra,
jamás verá la muerte."" Está invitando a no tener juicio, ir directos
a la gloria, a los que quieren matarle…: la victoria de la vida sobre
la muerte es difícil de entender, para nuestro corazón con restos de
venganza. Jesús, te toman por loco, por poseso: me fío de Ti, hazme
también loco de amor, dar el gran salto en lo desconocido. Ayúdanos a
confiar en Ti, hasta en la muerte, hasta el último punto imaginable...
hasta no reservar nada para sí. El núcleo del gran problema de la
humanidad es éste: entregar o no la vida a Jesús, creer o no que es
Dios, el único, en el fondo, escoger entre la vida como camino al
"agujero negro" (a la nada) o al misterio del cielo (el todo), entre
el abandono a la desesperanza o la alegría de vivir, entre conformarse
con la derrota o quererlo todo (Noel Quesson): «Mira con amor, Señor,
a los que han puesto su esperanza en tu misericordia» (oración), para
vivir tus mandatos: «Guardad mi alianza, tú y tus descendientes» (1ª
lectura), confiando en Ti: «El Señor se acuerda de su alianza
eternamente» (salmo), pues dices: «Quien guarda mi palabra no sabrá
qué es morir para siempre» (evangelio).
Esta alianza sellada dentro de pocos días con la sangre de Cristo nos
da fuerzas para vivir la fidelidad, en un mundo de cambios y de ir a
la moda. La Eucaristía es el memorial de esta alianza, de la
fidelidad, de arriesgarlo todo, de mantener la palabra dada aun a
costa de la propia vida, como reafirmamos en las promesas bautismales
de la vigilia de Pascua. Con el Rosario, Via crucis, y principalmente
la liturgia de estos días, nos acercamos al misterio de la
Resurrección del Señor; pero no podremos participar de Ella, si no nos
unimos a su Pasión y Muerte. Por eso, durante estos días, acompañemos
a Jesús, con nuestra oración, en su vía dolorosa –via crucis- y en su
muerte en la Cruz. Nosotros estamos ahí implicados, como protagonistas
de aquellos horrores, porque Jesús cargó con nuestros pecados (1 Pedro
2,24), con cada uno de ellos. Somos rescatados de las manos del
demonio y de la muerte a gran precio (1 Corintios 6,20), el de la
Sangre de Cristo. Al preguntarle a San Buenaventura de donde sacaba
tan buena doctrina para sus obras, le contestó presentándole un
Crucifijo, ennegrecido por los muchos besos que le había dado: "Este
es el libro que me dicta todo lo que escribo; lo poco que sé aquí lo
he aprendido". Si tenemos un crucifijo y lo miramos, ahí está nuestro
libro… Nos hace mucho bien contemplar la Pasión de Cristo... nos
imaginamos presentes como espectadores, testigos, contemplar desde el
corazón de la Virgen que antes se celebraba mañana en la advocación de
la Virgen de los Dolores, porque el mejor ángulo de visión, la mejor
perspectiva, el mejor encuadre para la semana santa, para contemplar a
Cristo en la Cruz, es desde el corazón de su Madre, a su lado, al pie
de la cruz, que lo tiene en brazos, que lo espera en su corazón, donde
se le aparece en primer lugar resucitado. San León Magno añade: "el
que quiera de verdad venerar la pasión del Señor debe contemplar de
tal manera a Jesús crucificado con los ojos del alma, que reconozca su
propia carne en la carne de Jesús".
La alianza con Abraham tiene tres puntos: una descendencia, una tierra
y sobre todo, una relación: "yo seré el Dios de tus descendientes".
Aunque ciertamente lo más inmediato y visible es la tierra y la
descendencia, es sobre todo ese modo de relación lo que va a resultar
más durable y decisivo en la alianza cuyo comienzo presenciamos en
esta primera lectura. La descendencia de Abraham es sobre todo Jesús.
Todo miraba desde el principio a Jesús, aunque el mismo Abraham no lo
tuviese del todo claro.
Pienso que hay como tres coordenadas en los textos de hoy:
a) la tierra es:"yo soy con vosotros", la presencia de Dios, se
realiza plenamente en Cristo, ya no hacen falta signos, está Él, y por
la Pascua se nos da como regalo en la Eucaristía: "estaré siempre con
vosotros, cada día, hasta la consumación de los siglos";
b) la descendencia: la alianza fiel forma en la fecundidad de Jesús,
por su amor, una nueva familia que estaba en Abraham anunciada;
c) la relación: el núcleo de esta pertenencia a la familia, la
perfección mejor dicho en su "vivencia", es la ley del amor que Jesús
instaura con su entrega y de modo especial su pasión.
La meditación de la Pasión de Cristo nos consigue innumerables frutos.
En primer lugar nos ayuda a tener una aversión grande a todo pecado,
pues Él fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros
pecados (Isaías 53, 5). Los padecimientos nos animan a huir de todo lo
que pueda significar aburguesamiento y pereza; avivan nuestro amor y
alejan la tibieza. Hacen nuestra alma mortificada, guardando mejor los
sentidos. Y si alguna vez, el Señor permite el dolor, nos será de gran
ayuda y alivio considerar los dolores de Cristo en su Pasión. Hagamos
el propósito de estar más cerca de la Virgen estos días que preceden a
la Pasión de su Hijo, y pidámosle que nos enseñe a contemplarle en
esos momentos en los que tanto sufrió por nosotros (Francisco
Fernández Carvajal).

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